Por: Arnold Jiménez
Inevitablemente los hijos van creciendo y viviendo distintas etapas en su vida para las que es necesario estar preparados. Desde los primeros años de su vida, cuando comienzan a socializar, o cuando van a la escuela, o hacen amigos nuevos. Estos procesos implican problemas, dificultades u obstáculo que ellos deben superar y para los que los padres de familia deben estar atentos para orientar, rectificar, acotar y dar las mejores respuestas.
Una de estas etapas que pueden resultar particularmente complejas es la etapa del noviazgo. Cuando los hijos adolescentes comienzan a sentir una fuerte atracción por el sexo opuesto y se disponen a comenzar una relación formal o más o menos formal. Vienen a la cabeza de los padres de familia cientos de preguntas ¿A qué año puede tener un noviazgo? ¿Cómo saber si la persona es lo que se espera para la hija o el hijo? ¿Hasta qué punto es sano que los padres de familia se involucren y cómo involucrarse en una relación?
Lo primero y elemental en este tema – y en mucho otros que viven los menores cuando van creciendo- es la comunicación. Cuando entre padres de familia e hijos hay una comunicación honesta, sincera, abierta, comprensiva, las cosas irán mejor y se podrán evitar mucho tropiezos y errores. Paradójicamente la comunicación comienza siempre con la escucha. Cuando se pretende decir todo lo que se piensa y además esperamos que el otro lo asuma sin más, prácticamente se le cierra la puerta a la comunicación. Se estropean los canales y suelen brotar los conflictos. En la familia, en los procesos que se viven en la familia y que viven los hijos lo mejor es tener una comunicación abierta, sana, que garantice relaciones auténticamente humanas. Los noviazgos suelen empezar aún en la etapa adolescente, de los 15 años en adelante, y estas primeras relaciones son y serán esenciales a la hora de adquirir habilidades y aprendizajes útiles en la edad adulta. Por ellos la importancia de la comunicación. En estas relaciones comenzarán a reflexionar y darse cuenta del significado que le otorgan al concepto de pareja, qué esperan de una relación, cómo les gustaría que fuese, qué tipo de persona quieren como pareja, qué implica tener una relación afectiva de este tipo, cómo les gusta ser tratados, etc. Si los padres de familia son capaces de acompañar esta etapa con una buena comunicación los hijos tendrán más elementos para discernir y encontrar respuestas.
Es muy importante entender que en una era hipercomunicada, los hijos reciben una gran cantidad de información que pudiese significar un riesgo en cuanto a las relaciones de noviazgo se refiere. Una de ellas es el tema de la sexualidad. Los medios de comunicación ofrecen una visión de la sexualidad muy superflua, que no mira a la dignidad de la persona, sino que responde a una visión egocéntrica, desencarnada y erotizada. Otro gran riesgo es la idealización que se hace del noviazgo. Los medios de comunicación suelen presentar noviazgos que no existen en la vida ordinaria, en la realidad y los jóvenes tienden a asumir valores y actitudes que los medios les presentan.
De fundamental importancia es conocer a la pareja de tu hija o de tu hijo. En ocasiones, los padres no quieren conocer a la pareja de sus hijos porque no saben si sería adecuado validar esa relación. Lo cierto es que, al interesarnos por sus parejas, los hijos se sentirán más cómodos y confiarán más en nosotros para contarnos aspectos de su relación. De esta manera, podremos conocer a la pareja, saber quién es, cuántos años tiene, si comparten círculo social o intereses, que valores tiene su familia etc.
Estemos preparados para cuando lleguen estos complejos tiempos, nuestros hijos lo agradecerán y se verán beneficiados.
0 comentarios