¿El fin de los Católicos de Parto?

por | Ago 8, 2024 | Artículos

Por: Pbro. Francisco Martínez

La sociedad dentro de la que nos hayamos suscritos quienes conformamos la parte católica de la Diócesis de Zamora, se encuentra inmersa dentro de un irremisible, complejo y profundo proceso de cambio religioso. De echar una mirada, así sea somera, al entorno social, brota por rincones insospechados una secularización individual, inimaginable hace 50 años.

Con todo y nuestra orgullosa tradición religiosa, bajo el rubro de “católicos de leche”, casi sin reparar en ello, de manera paulatina, pero progresiva hasta la fecha, la fe de nuestra sociedad, generación tras generación, ha ido mermando, perdiendo peso e influencia. De hecho, las generaciones nuevas ya no toman tan a pecho el fenómeno religioso.

Por otra parte, la iglesia, refiriéndome a la jerárquica institucional, ha ido disminuyendo su influencia, no sólo ante el Estado, sino ante instituciones de peso toral, como lo son los medios académicos, culturales, de comunicación escrita y televisiva, políticos y económicos. De hecho, durante este sexenio que termina, a pesar de denodados esfuerzos, la Conferencia del Episcopado Mexicano no ha conseguido influir como quisiera en decisiones políticas de los 3 niveles de gobierno, que no sólo afectan la moral, sino que contradicen los paradigmas del Evangelio.

Otro factor, imposible de ocultar, son las consecuencias de la creciente emigración a los Estados Unidos -particularmente numerosa en nuestra Diócesis-, con su imparable proceso de aculturación y muda de feligreses a otras denominaciones religiosas, porque, si bien, decenios antes nuestra región se distinguía por su homogeneidad religiosa, hoy su diversidad aumenta, cada día.

A lo que hay que sumar los efectos de la estandarización, propia de una sociedad de consumo que, a pesar de no despegarse por completo de los rituales, va cayendo en el relativismo moral y en la desvalorización y relativización de la ortodoxia. En último caso, lo que es peor, poco a poco va tomando carta de ciudadanía la pretensión de reducir la religión al ámbito de lo privado… lo que trae a colación la paulina exclamación: “¡A de mí, si no evangelizo!” (1 Co 9, 16), más una fuerte sacudida a nuestra labor evangelizadora.

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