Por: Pbro. Cesar Hernández Rivera
El amor de amistad se llama caridad, porque va más allá de lo bello y lo tierno. Caridad es un término teológico. El hombre y la mujer, por la creación, son imagen de Dios, y por la Encarnación, son partícipes de lo divino.
Lo bello (hermoso) es la armonía, la proporción, la simetría y la perfección que agrada a la vista y al oído y cautiva al espíritu, llevándonos hasta el Dios Trinidad, Creador, Redentor y Glorificador.
Las personas amorosas son bellas, porque contactamos con lo sagrado de origen, historia y vocación (tarea), sin la imperiosa necesidad de poseerse como cosas, sino de relacionarse recíprocamente como personas, pero frecuentemente, su belleza y el valor sagrado del otro no coinciden con sus atractivos físicos o psicológicos.
La belleza exterior se relaciona con el atractivo físico de la persona, pero la belleza interior resalta la inteligencia, la gracia, la simpatía, la personalidad, la elegancia y el encanto que otorgan atractivo a la persona. En la sociedad de consumo, todo, incluidas las personas, está para ser comprado, poseído o consumido; se debilita el sentido estético de la hermosura, la perfección, o el encanto de ser persona; se empobrece y se abusa de la dignidad humana.
La persona amorosa y tierna, con caridad, se libera del deseo de la posesión egoísta. Tierno es sinónimo de delicado, fácil de partir, cortar o resquebrajar o que puede deformarse de manera simple; no se quiere romper o deformar la candidez, inocencia o ingenuidad de los niños y la fragilidad de los adultos o de los animales. Las personas tiernas son cordiales, cálidas y agradables.
Los amigos que cuentan con la ternura como parte de sus personalidades, pueden expresar ante los demás la sinceridad, el cariño y el amor que se profesan; en ningún momento, sienten reparo a expresar lo que sienten, decir el amor que profesan o emocionarse en situaciones especiales; expresan sus emociones con un inmenso respeto y con cierto temor de hacer daño o quitar libertades.
El amor al otro implica el gusto de contemplar y valorar lo bello, lo tierno y sagrado del ser personal, que existe más allá de las propias necesidades. Nos permite buscar el bien, también cuando sabemos que no puede ser mío o cuando se ha vuelto físicamente desagradable, agresivo o molesto.
Ten caridad, sé hermoso, sé tierno y da gratis, sin esperar recompensa. Sé tierno y no dañes, porque en cuanto a dignidad y afectos, somos muy sensible. Sé tierno; no dañes el cuerpo, que es frágil; su identidad es frágil; su emotividad es frágil. Los demás ya han sufrido mucho; no los hagas sufrir más. Da gratis, por generosidad, por amor de caridad religiosa. No lo hagas porque alguien lo merece; hazlo porque quieres ser regalo, don, sin derecho a sentirte soberbio o más que el otro. Ama como sientes y aprecias el amor que Dios te da.
0 comentarios