Un Asesinato Anunciado

por | Nov 13, 2024 | Artículos

Por: Lolis Padilla

Estamos por cumplir un mes el próximo 20 de noviembre del artero y vil asesinato del sacerdote Jesuita Marcelo Pérez en San Cristóbal de las Casas, cuando salía de celebrar misa dominical. Un asesinato más que anunciado que sigue impune.

El P. Marcelo era conocido en toda esa región por alzar la voz de los sin voz, apenas en el mes de septiembre encabezó una marcha contra la violencia y ahí declaró: “Chiapas es una bomba de tiempo. Si no se toman medidas va a estar sometido, esclavizado al crimen organizado”.

En reiteradas ocasiones declaró que había amenazas de muerte contra él por denunciar públicamente el abuso de caciques en la región de los Altos de Chiapas, y la selva lacandona dando hasta nombres de los integrantes de grupos criminales, enfrentarlos en defensa de los desplazados por la violencia.

Muchas veces medió para salvar la vida de los lugareños que habían sido detenidos por grupos violentos, una y otra vez reclamaba a las autoridades estatales y federales que hicieran lo que les correspondía para pacificar la región.

Un verdadero pastor, con olor a oveja, hijo de campesinos tzotziles, desde joven inició su participación dentro de movimientos de iglesia e inspirado por Mons. Felipe Arizmendi optó por la vida sacerdotal, ordenándolo él mismo luego de formarse con los jesuitas. Fue párroco en Chenalhó donde inicio su ministerio y más tarde en Simojovel. Recientemente lo habían trasladado a Can Cristóbal de las Casas para cuidar su integridad física, pero desde ahí continuaba su activismo y función mediadora en los conflictos.

Las autoridades federales como siempre, dicen que se están haciendo investigaciones, y solo se da tiempo al tiempo para que un nuevo episodio de violencia nos ocupe y se olvide el anterior.

Un jesuita más privado de la vida, un pastor más de esos que viven y se ocupan de sus ovejas, que es voz de los sin voz, que aunque repitió una y otra vez que su vida tenía precio, terminó perdiéndola por ser esa voz que clama en el desierto. De su propia voz conocimos quiénes lo querían muerto.

¿Y nosotros que hacemos ante brutal acto? ¿Quién alzará ahora la voz clamando justicia para esas regiones indígenas?

¡Cuánta falta nos hacen pastores como tú, P. Marcelo!

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