Por: José Antonio Villanueva Ch.
Cientos de peregrinos de la Diócesis de Zamora salieron de sus hogares, comunidades y parroquias, para acudir, como cada año, a la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, lugar de encuentro, fe y oración, ubicado al Norte de la Ciudad de México. Este encuentro anual se llevó a cabo el miércoles 17 de enero, cuando, una vez más, se renovó la solemne consagración diocesana a la Morenita del Tepeyac.
El umbral de la fe
De acuerdo con el canon 279, “cada peregrinación es una experiencia especial, sobre todo una expresión característica de la piedad popular que está estrechamente vinculada hacia las basílicas, santuarios o templos”. En la Diócesis de Zamora, anualmente se llevan a cabo 2 peregrinaciones diocesanas, o como comúnmente se les llama, peregrinaciones grandes: en enero, a la Basílica de Guadalupe, y en octubre, al Santuario Nacional de Cristo Rey, en el Cerro del Cubilete, en Silao, Guanajuato. Además, durante febrero, las foranías y zonas pastorales peregrinan hacia Jacona, al Santuario de la Virgen de la Esperanza, Patrona de la Diócesis de Zamora, en torno al aniversario de su coronación pontificia.
La Peregrinación del 2024
Más de 4 mil fueron, esta vez, los peregrinos, procedentes de todos los puntos de nuestra Iglesia diocesana, que durante todo el día, pudieron contemplar de cerca la Tilma de San Juan Diego, donde quedó plasmada la “siempre Virgen, Santa María, Madre Dios”; además, niños, jóvenes y adultos pudieron disfrutar y visitar los diversos lugares que conforman la antigua Villa de Guadalupe, entre los cuales destacan las capillas, museos, monumentos y jardines, así como subir hasta la cumbre del Cerrito del Tepeyac, donde se apareció la Santísima Virgen María, en diciembre de 1531.
Entre las principales actividades que se realizaron durante esta peregrinación, a las 5 de la tarde, comenzó la procesión hasta la Basílica; el punto de reunión fue la glorieta de Peralvillo, donde comenzó el recorrido por la Calzada de Guadalupe, el contingente fue encabezado por la bandera de la Diócesis de Zamora, a la que siguieron los seminaristas y feligreses de las parroquias que participaron, acompañados por sus sacerdotes.
El momento solemne
Con el atardecer, llegó el momento culminante de la peregrinación: en punto de las 6 de la tarde, se llevó a cabo la solemne concelebración eucarística, presidida por Mons. Javier Navarro Rodríguez, Obispo de Zamora, quien dirigió emotivas palabras a todos los peregrinos, acompañado por más de 50 sacerdotes de la Diócesis, entre ellos Mons. José Armando Álvarez Cano, Obispo de Tampico. Además, agradeció la calidez y hospitalidad de Mons. Diego Monroy Ponce, miembro del Cabildo Guadalupano.
Uno de los momentos más importantes de la celebración eucarística fue el depósito de las ofrendas procedentes de tierras michoacanas, a los pies de la Reina de México y Emperatriz de América. Sin duda alguna, esta peregrinación diocesana es la más grande que se lleva a cabo desde hace más de 100 años, en honor a la Guadalupana, como consta en los registros del Archivo Histórico de la Basílica de Guadalupe, ya que la Diócesis de Zamora peregrina hasta ese santuario desde la época en la que fue abad de la Colegiata de Guadalupe, el Venerable José Antonio Plancarte y Labastida.
¡Virgen de Guadalupe, salva a nuestra Diócesis y conserva nuestra fe!
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