Historia
quiénes somos
Nuestras raíces
En el territorio de la futura Diócesis de Zamora, se asentaron varios grupos indígenas, a saber, los Purépechas en La Meseta o Tierra fría; los Aztecas en los pueblos de La Cañada y Paracho; los Chichimecas en Caurio, Ecuandureo, Tlazazalca, Yurécuaro y Tanhuato; los Tecos-zapotecas en Chavinda, Zamora, Jacona, Patamban, Tacátzcuaro, Tancítaro, Tingüindín y Tarecuato; y los Aztecas en Cojumatlán, Sahuayo, Jiquilpan, Guarachita, Ixtlán, Pajacuarán, Totolán y Tangancícuaro.
La herencia de la fé
diócesis de michoacán
Contexto historico
En nuestro México del siglo XIX, nación recientemente independiente de la corona española, hacia mediados de siglo, encontramos las leyes de reforma emitidas parte de Benito Juárez, lo que trajo constantes fricciones entre Gobierno y Episcopado, así como el destierro de algunos prelados, como el entonces obispo de Puebla, Dn. Pelagio Antonio Labastida Dávalos en 1856.
Luego, en 1861, el presidente Juárez acordó que “para apaciguar el país”, era necesario que salieran de él, el Nuncio Apostólico, Mons. Clementi, el Arzobispo de México, Dn. Lázaro de la Garza y Ballesteros; y los obispos: Dn. Clemente de Jesús Munguía (de Michoacán), Dn. Próspero Espinoza (de Guadalajara), Dn. Joaquín Madrid (de Linares) y Dn. Pedro Barajas (de San Luis Potosí).
Razones previas a la erección
Mencionados obispos, encontrándose en Roma, expusieron al Papa Pio IX, aquellas razones que ameritaban la erección de más diócesis en el país mexicano. Entre ellas se expuso la geografía, es decir, los cientos de kilómetros que separaban a las diversas parroquias de la cabecera de la Diócesis. No existían sino unas cuantas vías de comunicación y éstas, sobre un terreno tremendamente accidentado por altas montañas, ríos caudalosos, sin puentes, con profundos barrancos y con frágiles e incómodos transportes. Además, de un clima verdaderamente extremoso, sobre todo en las regiones de Tierra Caliente, la Costa y las Sierras.
Debido a lo anterior, las visitas pastorales eran casi imposibles. Tengamos en cuenta que no existía aún del todo la figura del Obispo Auxiliar, por lo que era totalmente necesaria la presencia del Obispo en la capital de la Diócesis. Por otra parte, el control de la economía en aquella inmensidad de Diócesis era difícil y casi imposible, centralizándose la riqueza en personas y en lugares, quedando las iglesias pequeñas a merced de la inseguridad, y obligando muchas veces a los sacerdotes a dedicarse a otras cosas, fuera de su ministerio.
La descristianización del pueblo, ya de por sí creciente, se desbordó por la falta de atención y por la campaña de desprestigio contra la Iglesia. La relajación del clero era cada día mayor debido a múltiples circunstancias, como que no podían confesarse ni practicar los ejercicios espirituales, no eran ayudados o reprimidos en su falta de celo por los lejanos, e incluso duraban años sin comunicarse con sus superiores. Por último, la situación política y militar del tiempo era crítica. Tan solo el 70% de las batallas se libraron en el territorio de Michoacán, lo que ocasionó destrucción e inseguridad por las guerras.
Nacimiento de la diócesis de Zamora
Pastor
Se designó como su primer obispo al Sr. José Antonio de la Peña y Navarro.
Bulas
Así, el 26 de enero de 1862, el Papa Pío IX firmó 5 bulas, erigiendo otras diócesis en la República Mexicana, como respuesta a la petición de los obispos desterrados en Roma y para solucionar, de alguna manera, los graves problemas que tenía la iglesia en México. Con una de esas bulas: “In Celssísima Militantis Ecclesiae”, quedó erigida la Diócesis de Zamora, para comodidad de los fieles, su feliz estado y el bien espiritual de sus almas.
Parroquias fundadoras
La enumeración de las parroquias que dejaban de pertenecer al Obispado de Michoacán y pasaban a conformar la nueva diócesis, ocuparía más de la mitad del territorio del estado de Michoacán: Zamora, Aguililla, Apatzingán, Patamban, Coalcomán, Cotija, Coahuayana, Charapan, Chilchota, Capacuaro, Huacana, Jacona, Jiquilpan, Maquilí, Nahuatzen, Peribán, Parangaricutiro, Paracho, Pichátaro, Pómaro, Purépero, Tangancícuaro, Tarecuato, Taretan, Tancítaro, Uruapan, Tepalcatepec, Tingüindín, Tigambato, Tzirosto, Santa Ana Amatlán, Sahuayo, Pinzándaro, Tlazazalca, Ixtlán y Urecho
“La República de Méjico ha sido desolada por una funesta perturbación hasta el punto de haberse visto en ella nuestra santa Religión afligida y perseguida de la manera más dolorosa… Y, como los Obispos de la República Mejicana, arrancados de su propio redil y obligados al destierro, se han refugiado casi todos en nuestra augusta ciudad y nos han expuesto la absoluta necesidad de una nueva circunscripción de las inmensas diócesis mejicanas, hemos juzgado oportuno acceder con sumo gusto a tan legítimos votos y ruegos. Os anunciamos por consiguiente que siete nuevas sedes episcopales acaban de ser erigidas en Méjico” (Pío IX)
Los límites de la nueva diócesis zamorana fueron, hacia el oriente: el Nuevo Arzobispado de Michoacán, haciendo línea Tlazazalca, Pichátaro y Taretan con Zacapu, Pátzcuaro, Santa Clara y Ario. Hacia el norte los Arzobispados de Michoacán y Guadalajara, haciendo línea Tlazazalca con La Piedad y La Barca hasta el río. Hacia el poniente la Arquidiócesis de Guadalajara y hacia el sur las diócesis Chilapa y el océano Pacífico.”
En el mismo documento, se designó como su primer obispo al Sr. José Antonio de la Peña y Navarro. Mismo que fue consagrado en la Colegiata de Guadalupe, de la ciudad de México, el 8 de mayo de 1864, tomando posesión de la diócesis “per interposita persona” en el Templo del Calvario en Zamora, el 8 de junio de 1864. Nuestro primer pastor llegaría a Zamora, por el Camino Real de Colima, a Jacona y a Zamora, el 10 de diciembre de 1865.
Entre otros datos de la Bula, como la enunciación de las prerrogativas, derechos y obligaciones de la nueva diócesis, se designó como ciudad episcopal a Zamora, que sería desde entonces, sufragánea al Arzobispado de Michoacán. Se constituyó pues la iglesia parroquial de Zamora como catedral, el día 8 de mayo de 1864, fecha en que se ejecutó la Bula. La fundación del Cabildo Catedralicio tuvo lugar por un Decreto desde Tacubaya el 19 de septiembre de 1864, ejecutado en la casa del Sr. Sierra, Gobernador de la Mitra, el 7 de diciembre de 1864.
Junto al nacimiento de la Diócesis, también se dispuso en la Bula la creación del Seminario, corazón de la diócesis, conforme a las normas del Concilio de Trento, con la subsistencia y participación de diezmos y otros recursos.
ALGUNOS ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS
El historiador, Jorge Moreno Méndez, encargado del Archivo Diocesano, divide la historia de nuestra diócesis en 6 periodos en base a algunos acontecimientos de singular relevancia que tuvieron resonancia en la vida diocesana. Estos periodos son: el tiempo de Organización y Despegue, la Revolución Mexicana, la Persecución Religiosa, la Reorganización, la etapa Conciliar del Vaticano II y la época Post-Conciliar.
A continuación, una breve reseña de algunos eventos históricos específicos:
1. La gran dieta de Zamora
Inspirada en la Encíclica “Rerum Novarum” del Papa León XIII, piedra angular de la Doctrina Social Cristiana. Se fundaron círculos católicos de obreros, con la finalidad de dar instrucción religiosa y humana para los obreros, erradicar los vicios, la promoción de valores, la superación en sus profesiones y oficios y la promoción del ahorro y los auxilios mutuos. Para ello, se organizaron conferencias, escuelas de artes y oficios, cooperativas, mutuales, bibliotecas y centros de recreo.
2. La revolución Mexicana
Las acciones de lucha acontecieron en Zamora, Tancítaro, Uruapan, Yurécuaro, Pajacuarán, etc. Lo cual trajo consigo peligro, extorsiones y amenazas para sacerdotes y obispos, y con ello, desorganización diocesana. Los cambios se manejaron a distancia y las parroquias estaban solas, dándose saqueos y robos. Respecto al Seminario, se abrió uno interdiocesano en Castroville. Fue realmente un tiempo de prueba, que sirvió de fondo para actitudes heroicas de muchos cristianos y cristianas.
3. La persecución religiosa
La intolerancia del gobierno contra la fe católica, hizo de nuestras tierras también su escenario; algunas zonas de lucha fueron el sur de Cotija, Ixtlán, San José de Gracia, la región de Los Reyes y Tancítaro.
De entre los nuestros, tuvieron participación activa los capellanes Miguel Guízar Morfín (muerto en Los Reyes), Gabriel González, Enrique Morfín y Leopoldo Gálvez. Los Jefes Prudencio Mendoza, Ramón Aguilar, Maximiliano Barragán, Ignacio Sánchez, José Ma. Méndez, Luis Guízar Morfín, José Guízar Oceguera y Anatolio Partida. Los seminaristas Francisco Esquivel, Ezequiel Montaño y Rubén Guízar Oceguera. Y los mártires por la fe de Cristo: José Luis Sánchez, los jóvenes Acejotemeros (Manuel Melgarejo y Joaquín Silva), y los religiosos: Fray Junípero y Fray Humilde.
Muchos sacerdotes vivieron escondidos, ejerciendo un ministerio peligroso, celebrando el culto en casas y trasladando a sus alumnos al Seminario de Mixcoac y al Seminario Conciliar.