Por: Lolis Padilla Hdez.
Desde siempre, en la era moderna de las olimpiadas el lema ha sido: “Más rápido, más alto, más fuerte”, y en la justa o combate en cada uno de los deportes, individuales o por equipo, así sean hombres o mujeres se busca encontrar a ese o esa participante que sea el o la mejor.
La primera edición de esta justa fue en 1896 en Atenas, ahí concurrieron 14 países y 241 deportistas, exclusivamente hombres que compitieron en 43 pruebas de 10 disciplinas, a 128 años de distancia se esperaba que fuera 10 500 los participantes en 32 deportes. Llegan a París solo los mejores de cada región, de cada federación o confederación, ya han pasado etapas clasificatorias, así se organiza la fiesta deportiva.
Por eso sorprenden los comentarios que se han levantado sobre Imane Khelif, la boxeadora argelina que ha sido duramente atacada luego de que ganara en tan solo 46 segundos a la italiana Ángela Karini quien se retiró del combate porque le pegaban muy fuerte, según dijo.
La polémica se ha desatado porque Imane “tiene un físico muy fuerte”, hay quien se ha atrevido afirmar que es un hombre transgénero y muchos han opinado que debiera hacerse un tratamiento hormonal para que “sea más femenina”
La respuesta del Comité Olímpico ha sido clara y contundente, Imane nació en un pueblo rural de Argelia hace 25 años, nació mujer, ha vivido como mujer, fue educada como mujer, ha competido desde su adolescencia con mujeres, ha ganado y ha perdido combates, se anotan al menos 9 derrotas en su récord.
A París llegó después de rondas clasificatorias, de una preparación física de años, de un verdadero esfuerzo económico para poder practicar su deporte favorito y dispuesta a entregarlo todo por cumplir su sueño de colgarse una medalla olímpica, especialmente aspira al oro.
Los comentarios han sido crueles, cuando cada deporte busca a sus mejores exponentes para premiarlos y cumplir con el lema de estos juegos, premiar al mejor de entre los mejores del mundo.
Aunque soy aficionada al boxeo no son de mi total agrado las peleas de mujeres, pero pienso que es uno de los deportes más equitativos, ya que los peleadores se clasifican según su peso y son menos de cuatro kilos los que marcan la diferencia de una categoría a otra, Imane es peso welter.
Las agresiones han sido fuera de toda proporción, ya que volvemos al estereotipo de que la condición de mujer la dicta su fragilidad. Ella es atlética, por lo tanto, se duda de su feminidad.
Llama mi atención cómo en basquetbol donde el francés Víctor Wenbanyama que mide 2.24 metros, ha enfrentado a otras selecciones como la de Japón que tienen jugadores que miden 1.62 metros, no haya ningún comentario, ni se dude de la virilidad de los chaparritos, ¿ahí no hay diferencias por tratarse de hombres?
Los juegos olímpicos en París han querido ser incluyentes de muchas maneras, han convertido a la Ciudad Luz en un coliseo al aire libre, han sorprendido a propios y extraños, por eso resultan inadmisibles juicios como el que enfrenta Imane Khelif por parte de ciertos grupos que quieren seguir conservando estereotipos que no se sostienen de manera alguna.
Espero que los esfuerzos de Imane que ya tiene la medalla de plata se hayan visto coronados con la medalla de oro en su categoría cuando el viernes 9 de agosto haya vencido a la tailandesa Janjaem y se convierta en la primera argelina en tener una presea aurea.
¡También las mujeres pueden ser fuertes físicamente!
¡Que sea citius, altius, fortius… sin prejuicios!
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