Patrona
Imagen
Origen
Inicio de Idilio
Coronación pontificia
Devoción diocesana
Patronazgo diocesano
Imagen de nuestra patrona
Origen de la imagen
El inicio de un idilio entre María y sus hijos
El indio Juan mostró el hallazgo a sus familiares, y estos dieron noticia al P. Fray Jerónimo Saénz, actual Prelado del Convento, quien fue a la casa de Juan y viendo admirado la imagen de bulto de la Señora, dio principio al culto en aquel pobre oratorio del Indio Juan. Posteriormente, Fr. Jerónimo pidió la licencia para dicho culto de parte del obispo de Michoacán Dn. Juan de Ortega Montañez quien la concedió efectivamente.
El culto a la Virgen de la Raíz fue creciendo paulatinamente, prueba de ello fueron las capillas que se fueron construyendo para ampliar y mejorar el lugar de culto. Hacia 1711 se le dedicó una capilla junto al río Celio, inmediata al oratorio del indio Juan, misma que en 1740 se remodeló y en 1750 Fr. José de Villegas, superior del convento de Jacona, pide licencia para construir en el centro del pueblo una nueva y mejor capilla, licencia confirmada por el obispo de Michoacán Dn. Martín de Elizacoechea el 2 de noviembre de 1751, pues ya el 17 de octubre del mismo año se había señalado el solar junto a la calle real que linda con la plaza como lugar para su primer templo.
Otros hechos históricos que nos muestran el arraigo y la profundidad de la devoción popular son la cofradía de nuestra señora de la raíz, cuyos miembros nunca cesaron de fomentar el conocimiento y la devoción a aquella imagen, incluso después de que los agustinos entregaron la parroquia de Jacona a sacerdotes del clero diocesano. El Sr. Cura Juan José Gómez, párroco de Jacona, sería quien el 8 de mayo de 1864 celebró la misa solemne de la erección de la diócesis de Zamora. Otro hecho significativo se observa en las actas de bautismo desde 1712 en que se ponía a los recién nacidos el nombre alusivo a dicha advocación de la imagen y posteriormente así mismo el nombre de Esperanza cuando el Papa le cambió el nombre en lugar del de Raíz.
La coronación pontificia
La devoción diocesana
Uno de los eslabones que llevó a San Rafael Guízar y Valencia a la santidad fue precisamente su amor y devoción a la Virgen María, quien sin duda fue motivado a ser devoto de la Virgen de la Esperanza desde el seminario, lo prueba una alabanza que él mismo compuso y usaba en todas sus misiones, nada más y nada menos que: ”Oh Virgen Santa, Madre de Dios”, en que se nombra a María como esperanza del pecador. Otro hecho relevante fue la fundación de los Esperancistas en 1903, una congregación de sacerdotes que se dedicaran total y exclusivamente a la evangelización en las misiones, proyecto que apoyó plenamente el Sr. Fernández siendo coadjuntor del Sr. Cázares. Y aunque dicho proyecto en 1910 desapareció por orden de la Santa Sede, reflejó la confianza y el amor de San Rafael por nuestra Madre de la Esperanza.
Podemos pues darnos cuenta de que aquel idilio entre Jacona y la Virgen de la Esperanza, se convertía pronto en una devoción diocesana. Así lo muestran hechos importantes: cuando con ocasión de la clausura de la celebración de la gran Dieta zamorana se visitó a la Virgen de la Esperanza en una soberbia manifestación de fe, o cuando se celebró el 25 aniversario de su coronación pontificia en ambiente festivo, e incluso al final de los ejercicios espirituales sacerdotales de la diócesis se congregaban a los pies de nuestra Señora.
En medio de los días difíciles de la revolución mexicana, el Sr. Núñez el 2 de febrero de 1921 invitó al pueblo diocesano por medio de una circular al aumento de la devoción a la Virgen de la Esperanza en su santuario de Jacona, mediante la peregrinación de todas las parroquias de la diócesis. La respuesta de las parroquias fue muy positiva y fervorosa manifestando el fervor de los diocesanos por esta advocación de la Virgen María.
En el año de 1925 ocurrió un evento que sacudió a la sociedad, fue robada la corona de la imagen de la Virgen junto con un cáliz, dándose todos a la tarea de buscar ambas piezas de valor, tanto autoridades civiles como eclesiásticas de ambos municipios de Zamora y Jacona, más el pueblo de fieles. Haciendo muchas investigaciones en una verdadera red de búsqueda, se dio con que unos “húngaros” eran los responsables del robo mismo que fueron encontrados en los jacales de los paleros del panteón viejo de Zamora. Dado el hallazgo, el Sr. Fulcheri determinó que los objetos sagrados regresarían a Jacona el 15 de agosto, fiesta de la asunción de María, para ser colocada sobre la imagen el día 8 de septiembre. Dicho hallazgo fue festejado y celebrado ampliamente en la región.
El patronazgo diocesano
El siguiente capítulo en la historia esperancista se abrió con la llegada a Jacona de su nuevo párroco, el P. Dn. José de Jesús Rojas Gil, que durante 22 años trabajó incansablemente por su pueblo De este “esperancista de hueso colorado” nació la idea del patronato de Nuestra Señora de la Esperanza sobre la Diócesis de Zamora en 1942, quien primero lo propuso al Sr. Fulcheri durante la realización del primer sínodo diocesano en febrero de 1943, asunto que vieron favorable los sinodales, sin embargo, fue un año después, en 1944 que se pidió de parte de la Mitra se consultara el parecer de todos los fieles.
Dicha consulta no se realizó debido a muchas causas, como la erupción del volcán Paricutín que fue un sacudimiento tremendo no sólo para las Parroquias de la Meseta Purépecha sino para las de toda la Diócesis que estuvieron en constante ayuda y apoyo a los pueblos afectados. Además que la principal preocupación y ocupación de los párrocos fue el “aterrizar” el sínodo para que no fuese una simple colección de documentos y surgió también la idea de un mejor estudio sobre la conveniencia de solicitar tal patronato y de preparar al pueblo con un mayor conocimiento de la Virgen de la Esperanza para que su voto fuese más consciente. Y quizá la razón principal para aquella demora fue la enfermedad y muerte del Señor Fulcheri.
En 1947 en su primera circular, el V obispo de Zamora, Mons. José Gabriel Anaya y Diez de Bonilla, mostraba ya un desahogo esperancista claro y contundente, al decir que pensaba ya que la Virgen de la Esperanza era patrona de la diócesis, sin desconocer tampoco la condición en que se había quedado dicho proceso. En 1948, se llevó acabo el plebiscito a fin de conocer la opinión de los fieles, mismo que se hizo consciente, libre y amorosamente mediante voto secreto y con una respuesta ampliamente mayoritaria. El Sr. Anaya envió el 22 de agosto de 1950 al Papa, los resultados del plebiscito junto a una descripción de la historia de la imagen, con lo que hacía formalmente la petición del patronato diocesano para Nuestra Señora de la Esperanza.
El 25 de septiembre de 1950 el Papa Pío XII firmaba el Breve declarando patrona de la Diócesis de Zamora a la Virgen Santísima de la Esperanza. Dicha noticia fue recibida con sumo entusiasmo y alegría, por lo que el 16 de junio de 1951 el obispo diocesano hacía el llamado sus diocesanos a ejecutar el breve pontificio, mediante algunos actos preparatorios: la imagen vicaria de la Virgen visitó las 59 parroquias existentes entonces en la diócesis, además de 19 poblaciones; se celebraron jornadas catequísticas marianas, se intensificaron los movimientos marianos en la diócesis y se fijó la fecha especial, el 14 de febrero de 1952, al que antecedería un novenario en que se incluían todas las foranías.
Así del 15 de julio de 1951 al 26 de enero de 1952 el pueblo diocesano vivió intensamente la visita de su augusta patrona, misma que no solo se vivió en desbordamientos de religiosidad popular, sino en auténtica nueva evangelización, que fue respaldada por un Congreso Catequístico Mariano celebrado en Zamora del 7 al 9 de febrero de 1952, mismo que tuvo gran participación y conclusiones prácticas. La imagen de Nuestra Señora permaneció seis días del novenario en Jacona y los tres últimos días fue trasladada a la Catedral de Zamora.
El 14 de febrero de 1952 a las 8:30 de la mañana inició la misa pontifical en la que se ejecutó el decreto pontificio, misma que fue presidida por Mons. Guillermo Piani, delegado apostólico del Papa Pío XII. Al final de la misa, el P. Luis Caballero leyó en latín y luego en castellano el breve pontificio que fue respondido con un enorme y general aplauso, acto seguido, el Sr. Anaya pronunció el acto de consagración de la diócesis a la Virgen de la Esperanza, proclamando el juramento de fidelidad y compromiso hacia la nueva patrona. Aquel día fue una nueva manifestación apoteótica del amor y devoción de los fieles de la diócesis hacia la Virgen de la Esperanza que concluyó con el retorno de la imagen a su casa en Jacona, desde donde estaría esperando a todos sus hijos.
Y para que todo esto no quedara en una llamarada de petate, el Sr Anaya, aprovechando la celebración del Año Mariano por el centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, hizo dos propuestas: que cada año se fijara un día de peregrinación de cada parroquia a la celestial patrona y que la imagen vicaria visitara a los fieles en sus comunidades, por lo que se volvió a llevar acabo un recorrido por las parroquias. Además de que el Sr. Cura Rojas estableció en 1960 la Pía Unión de Nuestra Señora de la Esperanza para promover la devoción a la Virgen.
Hemos de señalar que en medio de este acontecimiento, sucedió que en 1950 el Sr. Cura Jesús Rojas le encargó al escultor Pancho España que restaurara la imagen de la Virgen, quien aprovechó para realizar una copia de la misma que quedó idéntica, por lo que Sr. Cura no supo a ciencia cierta cuál era la original eligiendo una de las dos, naciendo la duda sobre la autenticidad de la misma. El P. Roberto Martínez fue quien compró la imagen que se quedó Pancho España, que por cierto, tenía puesto el vestido original que estrenó en 1886 al ser coronada por decreto papal.
Tanto los obispos de Zamora en turno, el Sr. Anaya y el Sr. Salazar quisieron comprársela pero el P. Roberto se negó. Fue ya en tiempo del Sr. Robles que un grupo de personas de Jacona exigieron la restitución de la imagen y el 7 de septiembre de 1976 la imagen volvía a Jacona. Pudieron entonces hacerse varios peritajes para que no hubiera duda alguna sobre la autenticidad de la imagen original para tranquilidad de todos.